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viernes, 26 de septiembre de 2014

Cultura organizacional: enfoques y métodos para su medición



En la actualidad, la cultura es una de tantas variables estudiadas en las organizaciones, no sólo por antropólogos, sociólogos o psicólogos, sino para cualquier académico y/o empresario interesado en mejorar el desempeño de sus organizaciones, ya que dicha variable está estrechamente relacionado con el éxito empresarial.

            Por lo anterior, en este ensayo se pretende no sólo dar un breve antecedente respecto al tema, explicando no sólo el origen del uso del término en las organizaciones, su definición, precursores y la evolución en su estudio, sino que además se presentan algunas experiencias documentados en España e Iberoamérica con la finalidad de responder a la siguiente pregunta: ¿cuáles son las posturas y/o métodos predominantes en el análisis de la cultura organizacional?




El término cultura ha sido estudiado desde finales del siglo XIX, pero no es hasta la segunda mitad del siglo XX que aplicado a las organizaciones, durante el movimiento del management comparativo que se desarrolló durante los años 50 y 60 cuando se empezaron a presentar problemas en las industrias debido a que sus actividades se realizaban en diferentes naciones, y por ende, se confrontaban culturas diferentes del mundo, especialmente la europea, soviética y china (Aktouf, 2002, págs. 64-65). Posteriormente, a comienzos de los años setenta la cultura fue analizada sobre todo en el ámbito de la sociología industrial, pero no fue sino hasta los ochenta cuando el interés por la cultura aumentó considerablemente, quizá por la crisis que enfrentaba el modelo de gestión de las empresas norteamericanas frente al nuevo éxito que los japoneses estaban adquiriendo en ese entonces. Asimismo, también los académicos se interesaron en el tema porque buscaban entender mejor cómo la cultura influía en el desempeño de una organización (Sánchez, Tejero, Yurrebaso, & Lanero, 2006, pág. 375).
En la literatura se menciona que ha habido muchos precursores lejanos e indirectos de la corriente de la Cultura Organizacional (CO), tales como Elton Mayo y sus colaboradores (Fritz Roethlisberger, W.J Dickson, W. Lloyd Warner, entre otros) quienes entre los años 1924 y 1932 estudiaron los factores que incidían en el desempeño de los trabajadores y realizaron los famosos experimentos Hawthorne, llegando a la conclusión que el desempeño no está determinado por la capacidad física del trabajador sino por normas sociales y las expectativas que se tienen del grupo al cual pertenece, y que los trabajadores no actúan ni reaccionan aisladamente como seres individuales sino que se apoyan en el grupo (García-Alvarez, 2006, pág. 164).

Sin embargo, aunque estos autores hablaban ya de un sistema social  ideológico y simbólico, nunca lo nombraron como CO, hasta que aparece el francés Elliot Jaques quien dio una definición a este término a principios de la década de los cincuenta. Sin embargo, no fue sino hasta los años ochenta cuando el término se populariza y diversos académicos empiezan a realizar investigaciones alrededor del tema, ocasionando el primer conflicto actual que se tiene en esta área de estudio: la falta de consenso entre los autores para definir el concepto de CO, tal como lo explican Hernández-Calzada, Mendoza-Moheno y González-Fernández (2007, pág. 2).

Como se puede observar en la Tabla 1, se han propuesto definiciones por diversos autores a través de los años; algunas son descriptivas como la de Rousseau y otras más sintética como la propuesta por Deal y Kennedy, pero en todas ellas hay elementos en común, con los cuáles se puede generar una nueva definición como la que sigue: La cultura organizacional es aquello que explica el por qué y cómo se realizan las cosas en una organización; se compone de valores, creencias, comportamientos, suposiciones, significados, lógica, etc., que se adquieren dentro de dicha organización en un proceso de aprendizaje colectivo.

Tabla 1. Diferentes definiciones del concepto de cultura organizacional
Fuente: Elaboración propia con información de Hernández-Calzada, Mendoza-Moheno y González-Fernández (2007) y Aktouf (2002)
Autor
Año, país
Institución
Definición
Elliot Jaques
1951,
Canadá
Instituto Tavistock de Relaciones Humannas
Es el modo de pensar y de actuar habituales de la gente, modo que debería ser aprendido y aceptado y que es más o menos compartido.
Terrence E. Deal y Allan A. Kennedy
1982,
EU
Harvard, Stanford y Vanderbilt
Es la forma en que se hacen las cosas en una organización.
B. Uttal
1983
--
Sistema compartido entre la gente de valores que expresan lo importante y creencias de cómo funcionan las cosas,  con una estructura y sistema de control para producir normas de comportamiento respecto a cómo hacer las cosas en una organización.
Edgar Schein
1985,
EU
Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT)
Suposiciones básicas inventadas, descubiertas o desarrolladas por un grupo mientras aprende a enfrentarse a problemas de adaptación externa/interna, que han funcionado bien y son consideradas válidas, por lo que son enseñadas a nuevos miembros como la forma correcta de percibir/sentir los problemas.
Jay B. Barney
1986,
EU
Universidad del Estado de Ohio
Complejo de valores, creencias, suposiciones y símbolos que definen la forma en que una empresa conduce su negocio.
Daniel R. Denison
1990, Suiza
Instituto Internacional para el desarrollo de la administración
Código, lógica y sistema de comportamientos estructurados y significados que han pasado la prueba del tiempo y sirven como una guía colectiva para la adaptación futura y la supervivencia.
Denise M. Rousseau
1993,
EU
Universidad Carnegie Mellon (CMU)
Cogniciones compartidas por miembros de una unidad social, adquiridos a través del aprendizaje social y de la socialización (donde se expone a los individuos a diversos elementos culturales), que conforman la experiencia social y dotan a sus miembros de valores y marcos de comprensión.
Peter Dahler-Larsen
1994, Dinamarca
Universidad del sur de Dinamarca
Pegamento que sostiene una organización junta.
J. L. Pariente Fragoso
2001
Universidad Autónoma de Tamaulipas
Sistema de símbolos creado, aprendido y trasmitido en la organización, con objeto de enfrentar las demandas del entorno en el cumplimiento de la misión.

Así pues, como se observa, el estudio de la CO ha evolucionado a través de los años, y ha habido diversas escuelas, tendencias y vínculos teóricos diferentes que han marcado dicha evolución, que van desde: “los ideacionistas hasta los ecológico-adaptacionistas, pasando por los cognitivistas, los histórico-difusionistas o aún los estructuro-funcionalistas”, pero la corriente dominante es la famosa main stream donde la CO es un conjunto de evidencias o postulados compartidos por los miembros, dirigentes y empleados, que es como el cemento que mantiene la organización como un todo, le da un sentido a ella e identidad a sus miembros. No obstante, en cualquier escuela, incluida la corriente dominante, la CO es “la quasi-mágica comunión de todos, patrones y obreros, dirigentes y dirigidos, en un mismo y entusiasta movimiento de apoyo de la empresa y de sus objetivos” (Aktouf, 2002, pág. 65).
Además, otra de las razones del por qué es complicado realizar investigaciones respecto a la CO, tal como lo menciona Hernández-Calzada, Mendoza-Moheno y González-Fernández (2007, pág. 2), es por las diferentes perspectivas sobre las cuales ha sido concebida y el escaso nivel de acuerdo entre los académicos sobre el método para su análisis. Toca-Torres y Carrillo-Rodríguez (2009, pág. 131) aseguran que existen dos enfoques para su estudio: cualitativos (etnográficos, Focus Group, Percepción de Valores y Filosofías,  Juegos Proyectivos, Entrevistas a Profundidad, Intercambio de Roles, etc.) y cuantitativos (policymakers), y que su elección dependerá de los objetivos perseguidos (caracterización, medición o intervención).

En la literatura se reportan múltiples estudios de CO, tal es el caso el realizado en Colombia por Gómez-Roldán y Ricardo-Bray (2012, pág. 19) quienes realizaron una  investigación utilizando un instrumento basado en el modelo de Denison para identificar los perfiles generales de cultura organizacional en 141 empresas de cuatro sectores productivos y la asociación de estos perfiles con su desempeño innovador. Contrariamente a lo esperado, no se encontraron diferencias significativas entre los perfiles de los sectores, aunque si en las variables de CO de empresas innovadoras frente a las poco innovadoras del mismo sector, confirmando además una asociación estadística entre características de cultura e innovación, e identificando que la discriminación por sectores también explica la innovación.

Otro de los estudios realizados en Colombia es el de Calderón-Hernández, Murillo-Galvis y Torres-Narváez (2003, pág. 110), quienes buscaban establecer las relaciones entre la cultura organizacional y el bienestar laboral, mediante una investigación con enfoque cualitativo y cuantitativo, en la entrevistaron y aplicaron encuestas a trabajadores de diversos niveles organizacionales de siete empresas. Los resultados muestran que la satisfacción del trabajador está asociada con culturas orientadas al empleado, corporativistas, abiertas, pragmáticas y con control laxo, pero no se pudo establecer que existía asociación entre organizaciones con culturas orientadas al proceso y el bienestar de sus empleados.

En España, Azanza, Moriano y Molero (2013, pág. 45) realizaron un estudio cuantitativo de análisis de regresión múltiple donde se examinó cómo la orientación de flexibilidad en las culturas organizacionales facilitaba resultados positivos en 571 trabajadores a través de su impacto en el liderazgo auténtico. Los resultados mostraron que la promoción de una cultura flexible donde los líderes proporcionan un contexto para la cooperación y apoyo podría proporcionar un gran valor ya que produce efectos positivos en sus seguidores y la organización en cuestión, tal como como la satisfacción en el trabajo.

En México, se reporta el estudio de Guillén-Mondragón y Aduna-Mondragón (2008, pág. 47) respecto a la influencia de la cultura y del perfil cultural, sobre el clima organizacional en 172 personas de cuatro empresas industriales de la Delegación Iztapalapa de la Ciudad de México. Esta investigación es de tipo cualitativo realizada a través del análisis organizacional y estudio de caso comparativo, con la finalidad de conocer el grado de asociación entre variables culturales y de clima organizacional y su relación con el estilo de gestión en la definición del clima laboral. Los resultados les permite afirmar a estas autoras que el estilo de gestión en las empresas estudiadas es autoritario; las dimensiones de distancia de poder, masculinidad-feminidad y aversión a la incertidumbre son características importantes en su desempeño y que la dimensión de individualismo-colectivismo se presenta débilmente en ellas. Sin embargo, reconocen que no se pueden hacer generalizaciones ya que no todas las organizaciones tienen el mismo comportamiento organizacional, aun dentro de una misma cultura nacional, por lo que es importante buscar y atender las especificidades de cada empresa y/o sector.

Por otro lado, existen estudios donde se proponen mecanismos para facilitar la medición de la CO y su impacto en otras variables organizacionales, tal como el realizado por Terán-Varela y Lorenzo-Irlanda (2011, pág. 96) quienes estudiando la influencia de la cultura organizacional (CO) en el desempeño laboral (DL) y la productividad (P) de los trabajadores administrativos en Instituciones de Educación Superior de México, tenían como hipótesis que si se tiene una CO fortalecida entonces se produce un incremento en dicho desempeño y productividad, por lo que en su investigación proponen un mecanismo que  relaciona las tres variables (CO, DL y P), en donde al afectar la CO se modifican e incrementa el DL y/o la P con base en un programa de intervención.

Por último, Aguilar-Edwards (2009, pág. 67)destaca la existencia de un enfoque poco explorado en la investigación de la CO y que tiene que ver con la cultura de grupos subyacentes, sus procesos interactivos y su impacto en la construcción de la CO, sustentando la necesidad de una reconceptualización del fenómeno que aporte mayores elementos para la construcción de métodos de diagnóstico e intervención, que no sólo permita conocerla, sino comprenderla desde su origen. La metodología, que fue aplicada en una dependencia del gobierno municipal en la ciudad de Saltillo, Coahuila, México, tiene un enfoque clínico, y en el estudio de caso se  utilizaron diferentes técnicas de recopilación a partir de una segmentación de grupos naturales (por tarea) al interior de la organización: observación, revisión de fuentes documentales, encuesta, entrevista dirigida y grupos focalizados.

Como se puede entender de la revisión de literatura, no existe un sólo enfoque o un sólo método para medir la tan compleja CO, y aunque todos saben qué es, pocos son capaces de identificarla y explicarla, debido quizá a que tiene múltiples dimensiones que no son visibles; lo único manifestado son las prácticas organizacionales, pero el resto de los componentes de la CO son convicciones o creencias de los líderes y premisas compartidas con todos los miembros. Lo que se puede afirmar es que la utilidad de este tipo de estudios no debe terminar con su caracterización y medición, sino al realizan propuestas concretas que permitan la mejora del desempeño organizacional.




La cultura organizacional es una variable importante a medir en cualquier organización, ya que refleja la esencia del empresario y los trabajadores, y puede explicar el por qué algunas iniciativas para mejorar el desempeño de las empresas prosperan y otras no.
            Y aunque no existe un consenso en su concepto y/o en su método de análisis, el simple hecho de realizar un diagnóstico de la cultura de una organización, provee suficiente información para generar un aprendizaje al analista, y brinda además los datos pertinentes para poder plantear acciones de cambio y/o formativas para los empleados y sus líderes.
            Sin embargo, sea cual el método utilizado para su estudio, su caracterización y/o medición deberá ser utilizada para identificar su impacto en los resultados generados por la organización hacia el exterior (responsabilidad social, cobertura, rentabilidad, satisfacción), al interior (eficacia, efectividad, eficiencia), así como en la salud, entusiasmo, compromiso y flexibilidad de sus miembros.
Por último, es importante mencionar que cualquier estudio no debe terminar con esta caracterización o medición, sino que es necesario llegar hasta el establecimiento de acciones que permitan crear una cultura, que aunque no es tarea fácil porque requiere una inversión constante y sustancial de recursos (sobre todo de tiempo), puede traer múltiples beneficios al contar con el soporte de adecuada relaciones internas o externas a largo plazo, permitiendo así una adecuada dirección y adaptación a las circunstancias del entorno.


  
Referencias
Aguilar-Edwards, A. (2009). El diagnóstico de "la" cultura organizacional o las culturas de la cultura. Global Media Journal Edición Iberoamericana, 6(11), 67-81. Obtenido de http://gmje.mty.itesm.mx/5el_diagnostico.pdf
Aktouf, O. (Julio-diciembre de 2002). El Simbolismo y la "Cultura Organizacional". De los abusos conceptuales a las lecciones de campo. Ad-minister, 1(1), 63-93. Obtenido de http://publicaciones.eafit.edu.co/index.php/administer/article/viewFile/673/599
Azanza, G., Moriano, J. A., & Molero, F. (2013). Authentic leadership and organizational culture as drivers of employees’ job. Journal of Work and Organizational Psychology, 1(29), 45-50. doi:http://dx.doi.org/10.5093/tr2013a7
Calderón-Hernández, G., Murillo-Galvis, S. M., & Torres-Narváez, K. Y. (2003). Cultura organizacional y bienestar laboral. Cuadernos de Administración, 16(25), 109-137. Obtenido de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=20502506
García-Alvarez, C. M. (2006). Una aproximación al concepto de cultura organizacional. Universitas psychologica, 5(1), 163-174. Obtenido de http://sparta.javeriana.edu.co/psicologia/publicaciones/actualizarrevista/archivos/V5N112unaaproximacion_concepto_cultura.pdf
Gómez-Roldán, I., & Ricardo-Bray, R. G. (2012). Cultura organizacional: aproximación sectorial en Bogotá. Revista Facultad de Ciencias Económicas: Investigación y Reflexión, XX(2), 19-41. Obtenido de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=90925810005
Guillén-Mondragón, I. J., & Aduna-Mondragón, A. P. (Enero-Marzo de 2008). La influencia de la cultura y del estilo de gestión sobre el clima organizacional. Estudio de caso de la mediana empresa en la delegación Iztapalapa. Estudios gerenciales, 24(106), 47-64. doi:10.1016/S0123-5923(08)70031-7
Hernández-Calzada, M. A., Mendoza-Moheno, J., & González-Fernández, L. (2007). La complejidad del estudio de la cultura organizacional. En C. Mercado-Idoeta, Empresa global y mercados locales(Vol. I, pág. 11). Madrid, España: Escuela Superior de Gestión Comercial y Marketing, ESIC. Obtenido de http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2524039
Sánchez, J. C., Tejero, B., Yurrebaso, A., & Lanero, A. (Agosto-diciembre de 2006). Cultura organizacional: desentrañando vericuetos. Revista de Antropología Iberoamericana, 1(3), 374-397. Obtenido de http://www.aibr.org/antropologia/01v03/articulos/010301.pdf
Terán-Varela, O. E., & Lorenzo-Irlanda, J. (Enero-abril de 2011). Influencia de la cultura organizacional en el desempeño laboral y la productividad de los trabajadores administrativos en instituciones de educación superior. Omnia, 17(1), 96-110. Obtenido de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=73718406007

Toca-Torres, C. E., & Carrillo-Rodríguez, J. (Julio-diciembre de 2009). Asuntos teóricos y metodológicos de la cultura organizacional. Civilizar. Ciencias Sociales y Humanas, 9(17), 117-135. Obtenido de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=100212301008

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Origen de la cultura como concepto y características de la cultura mexicana



El concepto de cultura ha sido usada por el hombre con una infinidad de sentidos desde hace mucho tiempo. El término es muy comúnmente asociado para denotar las distintas civilizaciones que habitan en la tierra, y en la actualidad ha sido objeto de múltiples estudios, sobre todo para tratar de entenderlas en un mundo globalizado donde las fronteras entre los pueblos son traspasadas fácilmente.
Así pues, para poder realizar este tipo de estudios es importante responder antes algunas interrogantes como: ¿Qué es y cuál es el origen del término cultura? ¿Qué disciplinas la estudian? ¿Quiénes han sido sus precursores? ¿Cómo ha sido la evolución de su estudio? Asimismo, es importante entender las características de una cultura como la mexicana, por lo que en este breve ensayo se pretende identificar algunas de ellas y responder a las preguntas anteriormente planteadas.


Origen del término cultura y sentidos en los que se ha empleado a través de la historia
La palabra cultura proviene del participo pasivo de un verbo latino que puede conjugarse de la siguientes manera: “colo, colis, colere, colui, cultum”, el cual significa: cultivar, cuidar, tener cuidado, prestar atención (Lerma-Martínez, 2005, págs. 25-26). Así pues, en distintas etapas de la vida del hombre, el término ha sido usado en diversos sentidos, tal como se explica en la Tabla 1. El primero uso es el relacionado con el sentido material respecto a la relación hombre-tierra; luego apareció el sentido espiritual que denotaba la relación del hombre con los dioses de la tierra. Posteriormente, ambos significados (material y espiritual) se unen generando así un sentido humanista, y luego el término se utiliza para describir a los artistas, literatos y la clase poderosa que formaban una elite.

Tabla 1. Sentidos en los que se ha empleado el término cultura
Sentido
Etimología aplicada
Periodo
Descripción del uso
Material
colere terram = cultivar la tierra
Hasta la Edad Media
Relación del hombre con la tierra como productor
Espiritual
colere deos loci; cultus deorum = venerar/prestar atención/cuidar a dioses de la tierra protectores del lugar
Hasta la Edad Media
Relación del hombre con los dioses que veneraba
Humanista
--
Durante la Edad Media (siglo V al XV)
En los monasterios, donde se reza y trabaja la tierra
Cultura mentis
Aplicado a los burgueses (gente con poder).
Cultura animi = conocimiento y elegancia de la persona culta
Renacimiento (siglo XV y XVI)
Se utiliza para describir a los artistas, literatos y la clase poderosa que formaban una elite.
--
En el siglo XVII
Para denotar aquella persona que ha sido sometido a un proceso educativo en el que adquiere conocimientos, modales, buena apreciación del arte, etc.
Social colectivo
--
A partir del siglo XIX
Para describir algo que tiene que ver con las poblaciones y naciones.
Étnico
--
Para denotar a la cultura de una determinada sociedad
Universal
--
Para describir una civilización (hábitos lingüísticos, tradiciones populares, costumbres, creencias, formas de actuación y de valoración)

Como se observa en la Tabla 1, es a partir del siglo XIX que la palabra cultura comenzó a usarse en un sentido social colectivo, como algo que tiene que ver, no tanto con el individuo, sino con las poblaciones y naciones, así como en el sentido étnico para denotar a la cultura de una determinada sociedad, y en un sentido universal porque pertenece a toda la humanidad) donde cultura equivale a civilización; es así como el término toma un significado antropológico, como una condición que engloba los hábitos lingüísticos, tradiciones populares, costumbres, creencias, formas de actuación y de valoración.

Disciplinas enfocadas al estudio de la cultura: Antropología cultural y social y Sociología
Una de las disciplinas a través de la cual se estudia a la cultura es la antropología, que tal como lo explica Aróstegui (1995, pág. 219), es la ciencia donde el concepto de la cultura es básicamente el instrumento en el que basa toda su campo de estudio.

              Específicamente la antropología cultural y social, centra su estudio en el conocimiento del ser humano por medio de sus costumbres, relaciones con sus padres, estructuras políticas y económicas, urbanismo, medios de alimentación, salubridad, mitos, creencias y relaciones con su  ecosistema. La denominación antropología cultural, muy usada en estados unidos, suele aplicarse a los trabajos etnográficos orientados hacia las formas en que la afecta a la experiencia individual, mientras que la social, aplicada más en Gran Bretaña, son estudios donde se procura aislar un sistema determinado de relaciones sociales, dando prioridad a las bases organizativas de la vida social. Es decir, la antropología cultural procura comprender el total de la vida cultura humana y la social se concentra en las bases organizativas de las sociedades humanas (Barfield, 2000, págs. 34,37).

              La antropología social como ciencia ha trabajado a partir de la idea de que todas las sociedad humanas tienen elementos en común, y que las diferencias pueden entenderse sobre la base de principios universales. La antropología cultural en cambio, opera con el postulado de que cada cultura tiene que ser entendida como única por ser algo peculiar, algo distinto a las demás (Barfield, 2000, pág. 37).

              Asimismo, se puede mencionar a la sociología como otra de las ciencias sociales, que puede confundirse con la antropología social, ya que  estudia a la sociedad humana dentro del contexto histórico-cultural en el que se encuentra, más concretamente a las diversas colectividades, asociaciones, grupos e instituciones que los humanos forman y las relaciones que estos mantienen entre sí; investiga la estructura, los procesos y la naturaleza de la sociedad humana en general (Giner, 2010, págs. 15-16).

Precursores de la Antropología cultural y social y de la Sociología
El antropólogo británico Edward Tylor (1832-1917) es un precursor de la antropología cultural, y el estadounidense Lewis Henry Moran (1818-1881) llegó a ser una figura fundamental de la antropología social británica.

Asimismo, otros muchos antropólogos han contribuido a la disciplina. Por ejemplo, de la antropología social se pueden mencionar británicos como Henry Sumner Maine (1822-1888), William Robertson Smith  (1846-1894), J.F. McLennan (1827-1881) y Alfred Radcliffe-Brown (1881-1955), el suizo J.J Bachofen (1815-1887), el danés Carl Starke (1858-1926), el finlandés Edward Westermarck (1862-1939), el holandés Arnold van Gennep (1873-1952) y los franceses Émile Durkheim (1858-1917), Marcel Mauss (1872-1959) y Robert Hertz (1882-1915). Sin embargo, en las descripciones de los orígenes de la disciplina las figuras clave no son pensadores como los ingleses Thomas Hobbes (2588-1679) y John Locke (1632-1704) quienes especularon acerca de las condiciones fundamentales de la sociedad, sino Montesquieu (1689-1755), Adam Ferguson (1723-1816) y Adam Smith (1723-1790), quienes procuraron extraer principios generales de las interrelaciones estructurales en las sociedades (Barfield, 2000, págs. 34-35,37)
 
Respecto a la antropología cultural, cuyas raíces se encuentran en la filosofía historicista alemana y el pragmatismo norteamericano, le han aportado geógrafos históricos alemanes como Karl Ritter (1779-1859) y Adolf Bastian (1826-1905), Morgan Henry Schoolcraft (1793-1862) y John Wesly Powell (1834-1902). De igual manera aparecen autores como los norteamericanos Franz Boas (1858-1942) y Cifford Geertz (1926-2006); este último opinaba que el objeto de la antropología como disciplina, sin hacer distinciones entre lo social y cultural, era estudiar la diversidad cultural en todas sus facetas a través de la observación de la conducta humana en su contexto cultural. Como se puede observar, los pensadores que aportaron a la antropología cultural pertenecen en su mayoría al siglo XIX, aunque es importante mencionar que esta disciplina es una continuación del impulso intelectual de describir el mundo tal como parece ser de viajeros observadores y autores de historia natural desde épocas del Renacimiento, (Barfield, 2000, págs. 35,37)

Por su parte, tal como lo menciona Giner (2010, pág. 17) la sociología tiene su precedente  a nombres como los franceses Henri de Saint-Simon (1760-1825), Auguste Comte (1798-1857) y Émile Durkheim (1858-1917), los alemanes Karl Marx (1818-1883), Georg Simmel (1858-1918), Ferdinand Tönnies (1855-1936) y Max Weber (1864-1920), los británicos Herbert Spencer (1820-1903), Harriet Martineau (1802-1876) y Beatrice Potter Webb (1858-1943), el italiano Vilfredo Pareto (1848-1923), el estadounidense Talcott Parsons (1902-1979), el austriaco Alfred Schütz (1899-1959), entre otros, aunque ya desde la Edad Media se habían realizado reflexiones sociológicas, tales como las del árabe Ibn Jaldún (1332-1406).

Evolución en su estudio
Como ya se ha mencionado, a lo largo de la historia el concepto de cultura fue evolucionando hasta lo que es hoy. Junto a las diversas escuelas de pensamiento, los autores crearon teorías y definiciones que configuraron lo que hoy se considera cultura en el sentido antropológico. Con estas teorías, los estudiosos enriquecieron su sentido, abriéndole nuevas perspectivas, pero en el propio proceso actual de globalización en el que se está inmerso, presenta nuevas cuestiones y desafíos para la reflexión antropológica.

             Hay teorías que ponen sobre relieve a la tendencia sociológica, otras que consideran a la cultura como algo indefinido, una confusión, estructurada de símbolos y significados, una sobrevaloración del concepto, una invención de los antropólogos. Hay definiciones de tipo analíticos y otras de tipos más sintético.

Definiciones clásica y contemporánea del término cultura
La definición clásica del concepto de cultura apareció en Inglaterra a finales del siglo XIX con los postulados del poeta Mathew Arnold en su libro “Cultura y anarquía”, quien la definió como la consecución de la perfección, y de Edward B. Tylor (el padre de la antropología) que la describió como un conjunto complejo que incluye conocimiento, creencias, arte, moral, leyes, costumbres y varias otras aptitudes y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad, que constituyen patrimonio de determinado grupo social (Lerma-Martínez, 2005, pág. 26). Posteriormente el concepto de cultura se fue enriqueciendo con varias contribuciones, tal como se muestra en la Tabla 2.

Tabla 2. Desarrollo del concepto de cultura
Fuente: Elaboración propia con información de Lerma-Martínez (2005, págs. 26-27)
Autor
Origen / año
Definición de cultura
Afirmaciones a destacar de la definición
Edward B. Tylor
Inglaterra, 1871
Conjunto complejo que incluye conocimiento, creencias, arte, moral, leyes, costumbres y varias otras aptitudes y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad
La cultura se adquiere por el hombre como miembro de una sociedad, no por transmisión biológica; existen tantas culturas como sociedades; la cultura es algo complejo que puede descomponerse en elementos.
Concilio Vaticano II
Italia, 1959
Se refiere al progreso del individuo que desarrolla todas sus potencialidades gracias a la aplicación de su inteligencia y talentos; mentalidades de un grupo humano.
La cultura tiene una dimensión humanista (“bienes y valores de la naturaleza); histórico y social, sociológico y etnológico y la pluralidad de culturas; todos tienen derecho a la cultura.
Vinigi L. Grotanelli
Italia, 1965
Es toda la actividad consiente y deliberada del hombre como ser racional y como miembro de una sociedad, y el conjunto de las manifestaciones concretas que derivan de aquella actividad.
La cultura es la expresión del hombre como individuo y como miembro de una sociedad; hay una distinción entre acciones, el pensamiento y la voluntad, y la fisiología que pueden transformarse en acciones culturales.
Clifford Geertz
Estados Unidos, 1988
Una estructura de significados, transmitidos históricamente, materializados simbólicamente, para comunicar y desarrollar el conocimiento humano y las actitudes para la vida; una lógica informal de la vida real y del sentido común de una sociedad que funciona también como control.
El significado que encierra la cultura expresados a través de la lengua simbólica; los sistemas en que se encuadran las cultura que forman como un tejido dotado de sentido; el dinamismo de la cultura a la que mantienen viva
José Luis Augusto Castro
Colombia, 1988
Conjunto de relaciones del hombre con la naturaleza, con sus semejantes y con Dios, con sus expresiones, instituciones, significados y comportamientos.
La cultura tiene una parte ideal y una parte real, la primera indica el comportamiento que deberían tener, mientras que la segunda es lo que realmente hacen y experimentan

            Partiendo de las definiciones explicadas en la Tabla 2, se puede concluir que la cultura es un conjunto complejo de significados aceptados por una sociedad, respecto a comportamientos, valores, conocimientos, experiencias, etc. que forman parte del patrimonio de un pueblo o civilización, la cual está influida por sus condiciones naturales como las geográficas y climáticas, así como por los sucesos que han enriquecido su historia.

Cultura del mexicano: algunos elementos que la caracterizan
La cultura de México, como la de muchos otros países que han sido conquistados, refleja su realidad como una mezcla de culturas que incluye elementos de diversas tipos: antiguos (de los pueblos prehispánicos del período colonial), reciclados (de otras culturas como la norteamericana) y modernos, aunque como lo menciona Maldonado (2010, pág. 236), la cultura mexicana nunca ha sido moderna, sino que ha mantenido rasgos premodernos. Este autor dice que es una cultura estancada, indispuesta a avanzar y progresar, que prefiere dar la vuelta sobre sí misma, y busca la razón remontándose al inicio de la historia del mexicano desde los aztecas. Explica que esta civilización realmente nunca se sintió dueña de la tierra a la que habían llegado después de un largo peregrinaje (siempre la consideraron prestada) y que basaron su imperio bajo este signo; después, durante la Colonia, tanto indios como españoles sabían que se habían convertido en “una raza intermedia”: ya no eran totalmente indios ni totalmente españoles; hasta llegar a la actualidad, el mexicano ha sido pensado e imaginado como un ser ambiguo, ya sea que se acuse de inacabado o que se vea a sí mismo como un espíritu lleno de contradicciones.

            Asimismo, la cultura mexicana se ha dejado influenciar por lo extranjero, y eso se puede ver desde los hechos sucedidos con La Malinche en tiempos de la conquista de Hernán Cortés, así como en épocas posrevolucionarias de Porfirio Díaz, donde se vivió una imposición cultural dado que la élite gobernante estaba endiosada con lo extranjero, específicamente de lo francés y anglosajón, a lo que consideraba como superior a todo lo nacional: lecturas, formas de hablar, modas, vestido, costumbres, etc. (Magallón-Anaya, 2007, pág. 13).

Además, tal como lo menciona De la Peña (1994, pág. 157), del mundo colonial llegó un cúmulo de símbolos comunitarios y corporativos tradicionales: los santos patronos del barrio, los edificios que alojaban cabildos o cátedras episcopales, siendo el símbolo español por excelencia una imagen religiosa: la virgen de Guadalupe. Pero tras la independencia, los nuevos gobiernos se propusieron la tarea de crear nuevos símbolos nacionales, como la bandera y el escudo, el himno, la Constitución y todos los héroes cívicos que habrían de sustituir a los santos católicos, para inducir al pueblo el amor a la patria y al pueblo, la defensa del territorio y el apego a la ley. Aunque, como lo menciona Maldonado (2010, pág. 238), en realidad los mexicanos no caminan al pie de la letra de la ley, mencionando sus orígenes en el incumplimiento a las Leyes de Indias en la América española, la cual concedía ciertas prerrogativas a los indios: “la ley se obedece, pero no se cumple”. Desde entonces, el problema del mexicano es hacer que coincidan el enunciado y la práctica.

Otra hipótesis que sustenta Girola (2011, pág. 101) es que los miembros de la sociedad mexicana desarrollan una compleja gama de “predisposiciones” a actuar que pueden implicar el no respecto al orden normativo convencionalmente aceptados. En ese sentido puede hablarse de una arraigada cultura de la transgresión en México.

              Howell y otros (2007, pág. 450) mencionan que gran parte de la sociedad mexicana es muy tradicional, con énfasis en la familia, machismo (los hombres tienen rango superior al de las mujeres), así como un liderazgo paternalista y autocrático en aquellos que muestran  autoridad centralizada; además, los mexicanos demuestran gran respeto y cooperación con aquellos que son más altos en la jerarquía social, y las relaciones personales con la familia y amigos a menudo tienen prioridad sobre otras cosas.

              Respecto a la estructura familiar de los mexicanos estos autores explican que muy estrecha, y que tienen una fuerte figura paterna y de devoción hacia los los miembros de la familia, que ha sido una fuente de crianza, protección y apoyo en contra de sus circunstancias, que han sido consecuencia en su mayoría por los malos gobernantes que han tenido durante generaciones. Muchos mexicanos se han sentido traicionados por la gran cantidad de gobiernos que los han explotado o ignorado sus necesidades, es por eso quizás que a menudo se comportan de forma individualista cuando están fuera de propias familias (son protectores de su "territorio") y este tipo de individualismo social a menudo desalienta a las organizaciones donde se involucran y anima a las personas a aprovechar las oportunidades aunque se valgan de los demás.

              Además, se podría agregar el hecho de que el tiempo para los mexicanos se ve sin ningún sentido de urgencia para la puntualidad y la planificación a largo plazo no es importantes, preocupándose sólo por el hoy porque el futuro es incierto y siempre tendrán a la familia para salir de los apuros.

Además, vale la pena mencionar a la gastronomía como otro elemento fundamental de la cultura mexicana, la cual también se funda en el encuentro de los alimentos de los dos pueblos: de los nativos de México son el maíz, chile, frijol, calabaza, aguacate, camote, jitomate, cacao, el guajolote y técnicas de cocina como la nixtamalización, cocimiento en hornos a ras de tierra y la molienda en molcajete; el español aportó carnes de puerco, res y pollo, pimienta, azúcar, leche, trigo, cítricos, etc. De esta mezcla se crearon los típicos platillos mexicanos como el pozole, mole, barbacoa, tamales, chocolate, tacos y todos los antojitos mexicanos, atole, champurrado, jamaica, horchata, dulces cristalizados, rompope, cajeta, tequila, etc. Asimismo, otros pueblos también han aportaron, tal como lo hizo China con el arroz, Alemania y los quesos menonitas, los americanos y el pan de caja, entre otros (Camarena-Rosales, s.f).

              Así pues, se podría resumir que actualmente en la forma de vida del mexicano  destacan algunas características como como su alegría, sus valores, la unidad de familias nucleares y ampliadas, el respeto, el trabajo duro de la tierra y la solidaridad con la comunidad en momentos díficiles, así como aspectos religiosos relacionados con la veneración a la Virgen de Guadalupe, de la cual esperan que les haga “el milagro”. Además, se observa un alto colectivismo familiar, prominencia de relaciones interpersonales y un individualismo social, lo que pueden ser vistos como una respuesta a las debilidades de las instituciones públicas (falta de unidad a nivel social), así como una respuesta a la prevalencia de alta distancia del poder y el autoritarismo.


Como conclusión se puede decir que la cultura es algo complejo de definir, dado a las características que ha venido adquiriendo el término desde su origen hasta la actualidad, y los diferentes enfoques que han tenido los estudios que han girado en torno a ella dentro de ciencias como la sociología y la antropometría.
Dentro de este concepto caben elementos como comportamientos, valores, conocimientos, experiencias, etc., y que conforman el patrimonio de una sociedad tal como la mexicana, que aunque se ha conformado de la mezcla de otras diversas culturas, pero que ha generado su propia identidad a través de la historia, y que actualmente es describa por características como su alegría, el valor que le proveen a la familia y otras relaciones personales, la fuerza con que se venera a la virgen de Guadalupe, su sentido paternalista, entre otras.
Lo que queda claro es que todas estas características que conforman la cultura de cualquier pueblo, van a tener un impacto, positivo o negativo, en el ámbito organizacional, por lo que se tienen que considerar cuando se estudia el desempeño organizacional. Así pues, en México no se debe olvidar la forma individualista que presenta sus paisanos, el sentido que le dan al tiempo y a la puntualidad, o su incapacidad para planear a largo plazo, y trabajar con esto para lograr que se integren a la organización y poder así, lograr los propósitos de ambas partes.



Referencias
Aróstegui, J. (1995). Símbolo, palabra y algoritmo. Cultura e historia en tiempos de crisis. En J. Peña, Cultura y culturas en la historia (págs. 205-234). Salamanca, España: Ediciones Universidad de Salamanca.
Barfield, T. (2000). Diccionario de antropología.México: Siglo veintiuno editores.
Camarena-Rosales, S. (s.f). Gastronomía Mexicana: Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Obtenido de Televisión Educativa: http://www.televisioneducativa.gob.mx/cete/index.php/articulos/436-gastronomia-mexicana-patrimonio-cultural-inmaterial-de-la-humanidad
De la Peña, G. (1994). La cultura política mexicana. Reflexiones desde la antropología. Estudios sobre las Culturas Contemporaneas, VI(17), 153-166. Obtenido de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=31661709
Giner, S. (2010). Sociología (2da ed.). Barcelona: Ediciones Peninsula.
Girola, L. (Enero-abril de 2011). La cultura de la transgresión. Anomias y cultura del "como si" en la sociedad mexicana. Estudios Sociológicos, XXIX(85), 99-129. Obtenido de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=59820809004
Howell, J. P., De la Cerda, J., Martínez, S. M., Prieto, L., Bautista, J. A., Ortiz, J., . . . Méndez, M. J. (Diciembre de 2007). Leadership and culture in Mexico. Journal of World Business, 42(4), 449-462. doi:10.1016/j.jwb.2007.06.006
Lerma-Martínez, F. (2005). La cultura y sus procesos. Antropología cultural: guía para su estudio. Murcia, España: Laborum.
Magallón-Anaya, M. (Agosto-diciembre de 2007). Samuel Ramos y su idea de cultura en México. Temas de Ciencia y Tecnología, XI(23), 13-22. Obtenido de http://www.utm.mx/temas/temas-docs/ensayo2t33.pdf

Maldonado, M. (2010). Mexi-canos. Cultura mexicana y posmodernidad. IUS. Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla A.C., I(25), 236-246. Obtenido de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=293222977014

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